martes, noviembre 14, 2006
Bloqueo creativo
En el silencio se gesta la idea
como en la semilla se gesta el árbol.
Dentro de si esta latente la vida
esperando el momento para salir
esperando el momento para crecer, y
soprender a los ojos incredulos.
En un vacío aparente
crecen silenciosas las palabras,
bajo la tierra se van hilando
en una trama perfecta
preparandose para brotar
bien como una flor que nace suave
o en vibrantes estallidos
que con sus particulas llene
este vacio ficticio;
mi alma no esta inherte.
Y puede doler,
el estallido puede doler...
pero ese dolor será placer
al ver mi alma renacer.
Quizas duelan las palabras
atropellandose en mi cabeza
y los sentimientos
cabalgando en mi pecho,
pero asi deberá ser
asi sentiré que soy mas que un cuerpo
transitando las castigadas calles de mi ciudad;
sentiré mi esencia...
sentiré que puedo crear,
que puedo amar,
que puedo ser feliz al verte sonreir.
domingo, octubre 22, 2006
La vida disfrazada de niña
La vida disfrazada de niña se asoma por una rendija de la puerta. Veo sus ojos brillantes escudriñando toda mi habitación. Creo que me busca pero no me hallará pues no estoy ahí dentro, pero aun así puedo verla.
Tal vez me he convertido en aire o solo es mi alma sin un cuerpo material. Mi cuerpo yace en la cama, acostado boca abajo; parece inerte aunque aun respira pero quizás tenga veintiún gramos menos; escuché que ese era el peso del alma.
Durante mis desvaríos, la niña entró en la habitación, recogió algunos libros del suelo y luego, con expresión de inocencia en el rostro, toco tiernamente mis cabellos y trató de despertarme, mientras yo observaba la escena desde arriba.
Ella, al no ver respuesta alguna de mi cuerpo, cerró los ojos, respiró profundo y sonrió, para luego decir, sé que estás aquí porque te siento.
Sin poder ocultarme mas, decidí volver a mi cuerpo pero al abrir los ojos no había nadie en la habitación. La puerta estaba cerrada y todo en su lugar, ni siquiera el aroma era diferente.
Me sentí desorientada hasta que me convencí a mi misma de que todo había sido un sueño, pero luego recordé el truco de la niña y decidí probarlo. Cerré pronto mis ojos y respiré profundamente tres veces, luego la vi apareciendo mágicamente ante mis ojos con la misma expresión suave, diciéndome que siempre tenia la oportunidad de hacer mejor las cosas, que la felicidad debía ser mi principal meta, que tendría que afrontar mi camino y aprender a vivir con la misma emoción, amor, alegría y constancia que la niña en que ella se había materializado; siempre estando consciente de mis actos.
Abrí los ojos y ya la niña no estaba pero aun podía y puedo recordar las palabras que la vida, en forma de niña, escogió para mi. Tener los ojos abiertos no es estar despierto.
Tal vez me he convertido en aire o solo es mi alma sin un cuerpo material. Mi cuerpo yace en la cama, acostado boca abajo; parece inerte aunque aun respira pero quizás tenga veintiún gramos menos; escuché que ese era el peso del alma.
Durante mis desvaríos, la niña entró en la habitación, recogió algunos libros del suelo y luego, con expresión de inocencia en el rostro, toco tiernamente mis cabellos y trató de despertarme, mientras yo observaba la escena desde arriba.
Ella, al no ver respuesta alguna de mi cuerpo, cerró los ojos, respiró profundo y sonrió, para luego decir, sé que estás aquí porque te siento.
Sin poder ocultarme mas, decidí volver a mi cuerpo pero al abrir los ojos no había nadie en la habitación. La puerta estaba cerrada y todo en su lugar, ni siquiera el aroma era diferente.
Me sentí desorientada hasta que me convencí a mi misma de que todo había sido un sueño, pero luego recordé el truco de la niña y decidí probarlo. Cerré pronto mis ojos y respiré profundamente tres veces, luego la vi apareciendo mágicamente ante mis ojos con la misma expresión suave, diciéndome que siempre tenia la oportunidad de hacer mejor las cosas, que la felicidad debía ser mi principal meta, que tendría que afrontar mi camino y aprender a vivir con la misma emoción, amor, alegría y constancia que la niña en que ella se había materializado; siempre estando consciente de mis actos.
Abrí los ojos y ya la niña no estaba pero aun podía y puedo recordar las palabras que la vida, en forma de niña, escogió para mi. Tener los ojos abiertos no es estar despierto.
martes, octubre 10, 2006
Camino por la montaña
Camino por la montaña. La niebla lo cubre todo, a penas si puedo ver mis dedos a través de ese frío velo.
La neblina se pasa entre las ramas de los árboles, que se observan como sombras en esta profunda oscuridad.
Las nubes rocían mis sentidos con una fría llovizna que hela la piel.
No logro ver nada más allá de dos pasos de distancia; me siento en mitad de la nada, paralizada y aterrorizada por las presencias que siento a mi alrededor.
Se oye un murmullo en el bosque, y el viento silba furioso en mis oídos, mientras, confundida, trato de concentrarme en avanzar, pero el miedo y el frío me hace permanecer estática.
No se mi ubicación exacta, y no se si al andar estaré yendo hacia delante o hacia atrás.
Estoy mareada, me falta el aire, y el poco calor que aun conservaba mi cuerpo se disipa bajo mis ropas, en la fría brisa, en mi indecisión.
Agotada de tantas consideraciones me desplomo sobre mis rodillas, y caigo sobre la tierra húmeda, y me entrego a la montaña.
Si al menos pudiera, como un ave, remontar las nubes y alcanzar el cielo azul, ver el sol y sentir su calor reviviendo mi cuerpo; pero el pensamiento no es suficiente.
Oigo voces mientras, acostada en el suelo, voy muriendo poco a poco.
Cada vez las voces y los pasos sobre las hojas muertas se hacen más cercanos y más fuertes. De pronto todo quedó en tinieblas y ya no sentí mas frío ni dolor en mis heridas; y cuando ya me despedía para siempre de este plano una mano tomo mi brazo y no me dejó sumergirme por completo en ese tranquilo pozo de agua oscura.
Abrí los ojos y todos mis sentidos los recuperé de inmediato, como un choque directo contra un muro, volvieron a mi los dolores pero también volvió la posibilidad de seguir haciendo algo en esta vida.
Ya había amanecido cuando recuperé la conciencia. Iba en una camilla cargada por dos hombres pero ellos no eran los únicos que me acompañaban, alrededor iban otros seres muy callados y con una expresión de afecto en el rostro que me hacia sentir tranquila. Eran los espíritus de la montaña, el alma del mundo tan etéreos pero tan cercanos que casi podía tocarlos al estirar mi mano. Desde entonces nunca estoy sola.
La neblina se pasa entre las ramas de los árboles, que se observan como sombras en esta profunda oscuridad.
Las nubes rocían mis sentidos con una fría llovizna que hela la piel.
No logro ver nada más allá de dos pasos de distancia; me siento en mitad de la nada, paralizada y aterrorizada por las presencias que siento a mi alrededor.
Se oye un murmullo en el bosque, y el viento silba furioso en mis oídos, mientras, confundida, trato de concentrarme en avanzar, pero el miedo y el frío me hace permanecer estática.
No se mi ubicación exacta, y no se si al andar estaré yendo hacia delante o hacia atrás.
Estoy mareada, me falta el aire, y el poco calor que aun conservaba mi cuerpo se disipa bajo mis ropas, en la fría brisa, en mi indecisión.
Agotada de tantas consideraciones me desplomo sobre mis rodillas, y caigo sobre la tierra húmeda, y me entrego a la montaña.
Si al menos pudiera, como un ave, remontar las nubes y alcanzar el cielo azul, ver el sol y sentir su calor reviviendo mi cuerpo; pero el pensamiento no es suficiente.
Oigo voces mientras, acostada en el suelo, voy muriendo poco a poco.
Cada vez las voces y los pasos sobre las hojas muertas se hacen más cercanos y más fuertes. De pronto todo quedó en tinieblas y ya no sentí mas frío ni dolor en mis heridas; y cuando ya me despedía para siempre de este plano una mano tomo mi brazo y no me dejó sumergirme por completo en ese tranquilo pozo de agua oscura.
Abrí los ojos y todos mis sentidos los recuperé de inmediato, como un choque directo contra un muro, volvieron a mi los dolores pero también volvió la posibilidad de seguir haciendo algo en esta vida.
Ya había amanecido cuando recuperé la conciencia. Iba en una camilla cargada por dos hombres pero ellos no eran los únicos que me acompañaban, alrededor iban otros seres muy callados y con una expresión de afecto en el rostro que me hacia sentir tranquila. Eran los espíritus de la montaña, el alma del mundo tan etéreos pero tan cercanos que casi podía tocarlos al estirar mi mano. Desde entonces nunca estoy sola.
lunes, julio 24, 2006
AMARILLO
Yo tengo un amigo que se llama Amarillo. No se si es un oso o un gato, pero juega conmigo.
Amarillo me encontró llorando un día y se quedó conmigo. Tan solo tomó mi mano sin hablar y con su mirada me consoló.
El conoce y mi historia y yo la suya, por eso no tenemos grandes secretos.
Cuando él se duerme yo lo arropo con su cobija de cien retazos de tela, y me duermo a su lado.
Sé que esta soñando con su familia y con su hogar, él me lo ha dicho. También me ha dicho que ahora yo también soy su familia y mi corazón su hogar.
Yo sé que Amarillo pronto se irá y ya no podré cobijarlo cuando duerma ni jugaremos toda la tarde a escondidas como hasta ahora lo hemos hecho, pero él me ha dicho que siempre estará en ese hogar que tiene dentro de mi, y así con solo pensar en él y recordarlo estaremos juntos de nuevo, y parecerá que toma mi mano cuando estoy triste y que me mira con sus ojitos de niño cuando le cuento historias de seres humanos.
Ojalá que nos encontremos de nuevo algún día. Ya pronto se irá, y yo me quedaré aquí viviendo mi historia y viendo de vez en cuando el cielo, concentrándome en las estrellas, pensando que las puede estar viendo él también.
Ese es mi amigo Amarillo, el ya se fue. No se si es un oso o un gato, pero aun juega conmigo.
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